A estas alturas, a nadie sorprenderá la afirmación de que la práctica regular de ejercicio es buena para la salud. Entre otras cosas sabemos que permite reducir el sobrepeso y la obesidad, que fortalece huesos y músculos, que potencia el funcionamiento del sistema inmune o que reduce el riesgo de padecer problemas o metabólicos (como la diabetes tipo 2) o incluso el riesgo de problemas cardiovasculares. Pero más allá de lo meramente físico y fisiológico, desde la antigüedad se ha afirmado que también parece ser beneficioso para la salud mental de quien lo práctica.
La salud mental y el ejercicio físico
Salud mental y ejercicio físico han sido relacionados frecuentemente desde la antigüedad, encontrándose evidencias de que el bienestar físico y la práctica regular de ejercicio permiten mejorar también el bienestar psicológico de quien lo practica. En la actualidad y gracias al avance de la ciencia tenemos un conocimiento mucho más específico de diferentes aspectos que se han demostrado que mejoran con el ejercicio y algunos de sus mecanismos: sabemos que el deporte favorece la liberación de endorfinas, que mejora nuestro sistema inmunológico y umbral de activación y que altera nuestra química cerebral de tal manera que nos hace sentir mejor y más activos, entre otros aspectos.
Aspectos que mejoran con la práctica de ejercicio
Existe un gran número de investigaciones referentes a las ventajas del deporte sobre nuestra salud, tanto física como mental. En este último ámbito, algunas de las mejoras que se han visto y que hacen que sea algo altamente recomendable para la mayor parte de sujetos incluyendo aquellas que padecen algún problema neurológico o mental son los siguientes.
1. Genera endorfinas e incrementan la sensación de bienestar
Se ha comprobado que la realización de ejercicio físico provoca la liberación de endorfinas, opioides endógenos que tienen un efecto relajante y inducen sensación de satisfacción, bienestar físico y emocional.
2. Permite mejorar la autoestima
La práctica continuada de deporte tiene un efecto también en la imagen corporal, reduciendo el peso y la grasa corporal y tonificando el cuerpo. Esto a su vez tiene una repercusión en la autoimagen y el autoconcepto, sintiéndonos más atractivos, enérgicos y ágiles y incrementando a su vez la autoestima. Además de ello, el hecho de mantener una rutina y una disciplina constantes hacen que nos veamos más constantes y capaces de perseverar y luchar por nuestras metas.
3. Mejora el estado del ánimo
A partir de todo lo anterior y como consecuencia de la práctica de ejercicio físico se ha comprobado que aumenta al bienestar y permite controlar y gestionar mejor el estado de ánimo, facilitándose una tonalidad emocional positiva, más estable y más optimista.
4. Ayuda a conciliar el sueño
Todos hemos hecho algo de ejercicio en alguna ocasión. Después de hacerlo probablemente nos hayamos sentido cansados y relajados, pudiendo dormir más fácilmente si pasa un tiempo prudencial entre deporte y sueño. Se ha comprobado científicamente que efectivamente, la práctica regular de ejercicio permite conciliar el sueño con más facilidad y dificulta la aparición de insomnio.
5. Combate el estrés y la ansiedad
Otro de los problemas en que se suele prescribir el deporte es en el padecimiento de estrés y ansiedad, ya que permite una distracción y la concentración en la propia actividad y en el momento dificultan la rumiación continuada de las posibles preocupaciones.
Un exceso tampoco es bueno
Tal y como hemos indicado anteriormente, la práctica regular de ejercicio supone una gran ventaja para la salud mental, además de la física. Sin embargo, como con la mayoría de cosas, un exceso de ejercicio puede llegar a ser perjudicial. De hecho, aquellos que realizan más de tres horas diarias de ejercicio tienen peor nivel de salud mental que aquellas que no hacen ejercicio.
Por ejemplo, al igual que ocurre con otras actividades que suponen un aumento de dopamina y endorfinas la realización excesiva de deporte puede llevar a que este adquiera características adictivas. En este contexto el sujeto puede llegar a necesitar cada vez mayores cantidades de ejercicio para sentirse bien, surgiendo sensaciones de malestar e inquietud en ausencia de deporte.
También puede conducir a una sobrevaloración de la imagen corporal, dotándola de una significación e importancia demasiado elevados. Es incluso posible que en este contexto puedan aparecer problemas como la vigorexia, en que aparece una obsesión por el ejercicio de cara a obtener un cuerpo lo más musculado posible. Asimismo, la práctica de ejercicio es también utilizada como mecanismo de purga por personas con trastornos alimentarios de cara a quemar calorías y adelgazar.
Además de lo anterior puede dar lugar al síndrome de sobre entrenamiento, en el que un exceso de entrenamiento y la ausencia de períodos de descanso suficientes pueden llegar a quemar a la persona. En este contexto pueden aparecer problemas para dormir, pérdida de energía o motivación, irritabilidad y baja tolerancia a la frustración y descenso del estado de ánimo, pudiendo generar incluso trastornos depresivos.
Con respecto a la pregunta que da origen a este artículo los datos observados por diferentes estudios permiten concluir que, en efecto, la práctica regular de ejercicio mejora la salud mental de quienes lo llevan a cabo. Dicha mejora resulta perceptible en muy diversos ámbitos, incluyéndose la prevención del deterioro cognitivo o incluso la mejora de la sintomatología en sujetos con trastornos mentales.
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