Si perdiste tu hábito de lectura y crees que esa es la principal causa por la que no recuerdas lo que lees. ¡No te preocupes! Nunca es tarde y por eso te enseñamos cómo acordarte de lo que lees.
1. Empieza leyendo con un propósito.
El Propósito de tu lectura debe cumplirse mientras lees; por eso debes responder a la pregunta ¿Por qué estoy leyendo esto? Si tu objetivo es conocer temas específicos, probablemente recuerdes los temas en los que estás interesado. Si tu respuesta es conocer los argumentos del autor, tu cerebro se enfocará en esto y lograrás hacer una lectura selectiva. Este tipo de lectura le da relevancia a lo que pretendes y deja en segundo plano aspectos que son importantes, pero no relevantes.
Una segunda pregunta es importante ¿Qué es lo que debes recordar de cada lectura? Al responder, estarás recordando qué es lo más importante para ti y esto le permitirá a tu cerebro aprender lo que necesitas.
2. Practica el Skimming
Esta técnica se enseña en la preparación para exámenes específicos para la comprensión de lectura y para obtener las ideas principales, que generalmente se ubican al principio y al final del párrafo; sin embargo, para recordar lo que lees es necesario que en el skimmimg incluyas la lectura de los títulos, subtítulos, tablas, párrafos resaltados en negrilla, cuadros y, en general, toda la información que esté destacada.
Los beneficios de esta técnica es la lectura repetitiva de los contenidos que necesitas recordar, pero ten presente que para lograrlo es necesario que siempre tengas presente cuál es tu objetivo de lectura.
Por último, es importante que recuerdes la importancia de la velocidad en el skimming, no te desgastes leyendo despacio lo que no lo amerita, pero tampoco leas rápido aquello que debes recordar.
3. Toma notas o resalta
Los buenos apuntes no son aquellos en los que copias textualmente lo que dice el texto, sino en los que escribes esa misma información con tus palabras. Recurre a la practicidad y utiliza para tus anotaciones abreviaturas y símbolos que uses frecuentemente. Esto te facilitará una escritura más ágil sin perder conexión con el hilo de la lectura. Puedes incluso crear un código propio.
No resaltes frases y oraciones equivocadas. Lo mejor es subrayar las palabras clave del texto. Ten presente que debes resaltar premisas, también conocidas como ideas principales; estas tienen la particularidad implícita de expresar el contexto, de modo que cuando las releerlas podrás saber a qué hace referencia y por qué, es decir que no te dará información incompleta. Este es un aspecto clave para reconocer cuándo una idea es central, pues este tipo de oraciones resume el contenido del párrafo y si las lees de forma aleatoria, la entiendes en su totalidad, no necesitas volver a leer todo el texto y te evocará las ideas secundarias sin necesidad de volver a leerlas.
La gran utilidad de tomar notas no está solamente en que al repasarlas recuerdas el contenido, sino que el hecho mismo de tomar notas o resaltar te permite apropiar ideas mediante la repetición.
4. Mientras leas, piensa en imágenes.
En una imagen puedes resumir el contenido de muchas palabras. Así que utiliza este mecanismo para ordenar la información que responde a tu objetivo de lectura. Para el cerebro es mucho más fácil recordar imágenes que palabras e incluso es más rápido.
Para crear estas imágenes utiliza lo que resaltaste o recrea las palabras con objetos o personas que frecuentes diariamente. Ejemplificar mediante imágenes también será útil. Si buscas un ejemplo de la cotidianidad en todo lo que lees, no solamente recordarás fácilmente, sino que la cotidianidad te recordará tu aprendizaje.
Fácil: fíjate en las palabras clave y asócialas a tus experiencias cotidianas. Puedes, incluso contarte historias en cadena con las imágenes que recreas; así podrás recordar una gran cantidad de texto mientras lees.
5. ¡Descansa!
Después de veinte minutos de haber leído con un nivel alto de concentración, tu cerebro estará agotado. ¡Descansa, respira y sigue! Descansar significa hacer algo que te distraiga, pero no le exijas demasiado a tu cerebro, porque de lo contrario, la información que leíste no la recordarás fácilmente. Este lapso de oxigenación te permitirá que el texto se grabe en tu corteza cerebral, que es en donde se almacena toda la información que tu hipocampo transportó desde tus sentidos.
Repite lo que leíste para apropiar la información. Hazlo en voz alta o busca alguien a quien puedas contarle lo que aprendiste. Utiliza la información resaltada, tus códigos, tus preguntas y verifica si respondiste tu objetivo de lectura.
Practica estos consejos en cada lectura. Con el tiempo lo harás de forma automática y se convertirá en una rutina de lectura. La capacidad de tu cerebro es ilimitada, así que aprovéchala. Solo necesitas disciplina para lograr recordar lo que leíste. Acompaña esta rutina de una alimentación saludable. Evita los consumos nocivos para tu cerebro y duerme todo lo que necesitas, pues esta es una de las principales formas de estar saludable.
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